miércoles, 25 de agosto de 2010

Relatoría clase del 23 de agosto de 2010

Laura María Castro V

Lecturas:
—Alfonso Reyes. El deslinde. Prolegómenos a la teoría literaria. México, Fondo de Cultura Económica. (pp. 25-44), 1983.
—Félix Martínez Bonati. La estructura de la obra literaria. Barcelona, Seix Barral. (pp. 3-21), 1972.

Preliminares: Antes de empezar la discusión de la clase, se aclaró que las especificaciones para el trabajo final serían enviadas nuevamente. Esto debido a que la primera grabación no se había logrado y algunos compañeros necesitaban la información.

Ureña: Se terminó de discutir la segunda lectura. Primero se retomó el tema sobre el descontento y la promesa. ¿Cuál es el descontento? Y ¿La promesa? Se respondió retomando la problemática entre lo europeo y lo americano. Esta problemática se basa en dos movimientos que se alternan en el continente (Europa y América). Metafóricamente se asemejan a un péndulo, algunas veces los escritores creen que sólo se tiene la necesidad de tratar temas netamente americanos —la naturaleza, el indio—. Sin embargo, otros personajes insisten en que hay la necesidad de inyectarles formas europeas para que no se quede ‘atrasada’ la creación latinoamericana.

A continuación, se intentó profundizar en la relación que existe entre la tradición y la rebelión. Esto principalmente porque son los dos conceptos que permiten rastrear el movimiento de las formas americanas y las formas europeas. Se habló sobre la recomendación de Ureña para hacer una tabla de valores como centro de una historia de la literatura latinoamericana. Aquí se habló de la utilización de términos como Exuberancia del escritor y de la naturaleza y el rechazo de esa mirada sobre América. Igualmente, se habló sobre Nacionalismo y aquí, siguiendo a Ureña, se rechazó la división entre ‘América buena’ y ‘América mala’—miradas que se hicieron de afuera hacia el continente—. Ya para finalizar a este autor se habló sobre los últimos tres capítulos de Ureña, sobre la necesidad de pensar la función de arte y la literatura en nuestro medios, sobre la necesidad de generar personas que lean y que estén dispuestas a recibir estos textos. Hay que pensar —implícito— en la gente que va a leer, ¿para quién escribe? A ¿quién se tiene en mente?

Se presentó frente a este punto una pregunta: en América, dice un estudiante, no se podría escribir como americano porque todo el mundo está lleno de las influencias y, por lo tanto, no sería ni original ni propio. Ante esto se aclaró que Ureña no quiere olvidarse de Europa, pero no quiere copiar para imitar, el problema verdadero radica en el asunto de la diferenciación. Se hizo clara la necesidad del lector/crítico por formar lectores y cambiar la imagen de Europa como creadores y América como copiadores. La necesidad de ponerse en otro lugar.

Luego se habló sobre los siguientes apartados de Ureña donde se abren diferentes problemas. Por un lado, se encuentra el idioma. Se discutió entonces el plano hipotético donde dentro de un auditorio, pero lo que verdaderamente vale la pena resaltar son las diferentes relaciones que se tienen con el lenguaje. Se dejó claro que el español es una lengua que se ha asumido y, por lo tanto, no se percibe como ajena. Su relación con la ciudad letrada —Ángel Rama— hace que se vincule de manera diferente con la metrópoli. Frente a esto, lo que Ureña verdaderamente quiere señalar es cómo la relación del español es diferente a aquella que tienen los escritores del Caribe que hablan en inglés o francés.

Se señaló la importancia frente a este autor a la hora de asumir su modelo como uno no caduco, ni siquiera totalmente explorado. Dentro de él se tiene entonces una potencialidad para las historia literarias latinoamericana, como lo señala Gutiérrez Girardot.

Reyes:

Se profundizó en un principio en dos términos: Fenomenología y Fenomenografía . Se hizo claro que el autor no está hablando del primero, sino que es más pertinente acercarse a él desde el segundo término. De igual manera, se hizo referencia a una exploración lingüística. A este autor le interesa el concepto como tal.

Se plantearon/retomaron dos tipos de posturas dentro del texto: postura activa y postura pasiva. Antes de hablar sobre ellas se hizo un paréntesis sobre la escritura misma del texto. Se escribió en 1944 y empezó como material para un curso. (Un inciso: el curso era parte de un experimento: la universidad itinerante de Morelia. Se habló entonces sobre los modelos de trabajo intelectual y educativo, que hoy echamos de menos) también se comentó que la bibliografía grande de gente que estaba dentro de la discusión da cuenta de procederes de conocimiento en la crítica que hoy no son los más comunes.
Esto es importante para mostrar la forma en que era pensado el conocimiento, cosa que se ve también en las aclaraciones sobre el método en el texto de Reyes y Martínez Bonati: ¿Cuál es la ética del conocimiento? Es necesario que éste sea suma a la tradición a través del diálogo y no solamente de la recuperación de los datos. Esta dinámica, sin embargo, es muy diferente de la academia, es gracias al diálogo que se testimonia la mentalidad del conocimiento.

A continuación se habló sobre el título mismo del texto. En este punto es importante tener en cuenta que el autor parece adelantar nociones y preocupaciones de la teoría de la recepción que aparecerá oficialmente veinte años después. El lector cobra mucha importancia, como la sociedad en que el texto nace, y el crítico es un lector activo —si miramos la organización en particular y general y el papel que da a la crítica en el escalafón de esta teoría literaria Reyes—. Se retomaron aquí las dos posturas, la activa que está ligada a la creación y que no es el centro de ocupación del autor aquí. La pasiva, por otro lado, es el del lector. Después de varios procesos se terminan en la teoría. Primero se pasa por la opinión, impresión, luego por el juicio, la crítica, la exegética, la perceptiva y luego la teoría. Le interesa sólo una parte de eso. Se habló entonces que este texto es sólo un preludio no es teoría literaria. Es una introducción a la teoría. Dentro de las definiciones y aclaraciones preliminares, el autor hace una diferencia entre literatura pura y liteartura ancilar, algo que había apuntado el texto de Fernández Retamar y que era parte de la razón para leer esta introducción. Concluimos que hay que leer todo el libro para no atacar al autor a raíz de nociones muy diluidas, como esa de literatura pura o la de poesía, por ejemplo, aunque reconocimos que tenía conceptos sugerentes —como su no división de lo escrito y lo oral como parámetro para diferenciar lo literario de lo no literario—.

Finalmente se abordó el texto de Martínez Bonati, desde preguntas muy similares a las que usamos para Reyes, ya que los dos textos se componen de modo semejante en cuanto a procedimiento y exposición:

Se partió de la pregunta ¿Qué es la literatura? Y se determinó que lo verdaderamente importante para este autor es el ¿Cómo es?, mas no las sustancia ni el objeto en sí. A través de ese cómo se puede formar la estructura central de la obra poética. Su problema es el ser imaginario de la obra poética. Tener una experiencia de la poesía, donde se parten de parámetros a priori que se asientan en Hurssel, de quien extrae su método. El autor quiere hacer una ciencia de la literatura que se atraviesa por diferentes sistemas de indagación. Para esto es necesario que exista una apropiación de los conceptos y una apropiación de la teoría que permita generar una discusión frente a las nuevas posturas.

Se habló que el texto del autor está propuesto desde la obra de arte como un objeto de intencionalidad. Así como del porqué es necesario estos nuevos trabajos. Esto se debe, principalmente, a la negación que se tiene para hacer un trabajo positivista y la necesidad de proponer un nuevo modelo. Igualmente, se dejó claro que para estos nuevos estudios es necesario exigirle, tanto al lector como al escritor, un volver a las raíces para saber que todo sujeto latinoamericano no puede estar fuera de ellas y, por lo tanto, todos los trabajos tienen referencias.

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